En esta época tan saturada de tanta información no verificada, de humanos materialistas e inconformes, es importante que se reviva nuestra espiritualidad. Esa espiritualidad que invita a amar, a meditar, a aguzar los sentidos de la mente, a perdonar, a practicar la compasión, simplemente a abrir el corazón.
Año tras año, las personas se han refugiado en la religión o en métodos de creencias, donde encuentren soporte y comprensión. Sin embargo, esto quizá a ayudado a algunas personas, pero nunca a construir un mejor planeta.
Me pregunto por qué después de siglos la gente no está escuchando su llamado. Un llamado a ser mejor, un llamado a hacer las cosas más simples, mejor, un llamado donde no cabe la duda, un llamado donde nos invita a conservar la paz en nuestro interior, para tener una consciencia tan elevada, que el encierro, la incertidumbre, el miedo y la soledad, no se apoderen de la mente.
Los tiempos han cambiado y se podrÃa decir que, si la antigua humanidad no estuvo lista para recibir las enseñanzas, religiosas o espirituales acerca de la bondad, la gratitud, el amor, el perdón y la misericordia, entre otras, es porque hay una brecha muy grande entre tener certeza y creer.
La certeza es esa señal misteriosa, que nos lleva a valorar la dimensión divina que tenemos con la vida.
La certeza no conoce los limites, ni las reglas.
La certeza es un vÃnculo emocional con el corazón de cada uno, conectándose a ese ser espiritual.
La certeza actúa desde la confianza y el autoconocimiento interior.
La certeza no actúa con la mente, solo escucha su alma y encamina sus acciones conforme es lo correcto para ella.
Dedica el fin de semana para descansar, pero llévate esta reflexión y examÃnate cada vez que, dediques tiempo a mirarte con los ojos del alma.
¿Cómo está tu relación con tu alma? ¿Estás cerca o distante de ella?
El trabajo del alma solo lo logras, cuando conoces muy bien tu interior.
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