A ti que tienes un año, juegas y corres por la casa sin saber por qué tus hermanas mayores no están yendo a su colegio, por qué mamá ya no sale tanto y papá, que es médico, tiene más turnos de trabajo que antes.
A ti que eres la inocencia y la alegría, la razón de cuidarnos y de centrarnos para poder dejarte un mundo evolucionado, más humano, con el aire mas limpio y el agua transparente.
A ti que cuando seas más grande escucharás esta anécdota, quiero contarte esta historia. Porque siempre la historia fue contada por los que ganaron la guerra, pero esta vez no es una guerra de armas, esta vez es la guerra por la consciencia.
Ahora imagina pequeña este cuento que te escribe mamá:
Había una vez un planeta que su agua ensució, que de la tierra se olvidó y solo el dinero conquistó. Ese planeta era hermoso, tenía montañas verdes, pájaros que cantaban anunciando el amanecer y había mucho por viajar y conocer. Pero un día, los pajaritos ya no cantaban, los niños no iban a la escuela por estar trabajando en fábricas y un solo país de ese planeta fue el rey de la polución, y así, ese país se convirtió también en el rey de la destrucción.
Sin pensarlo, un día ante tantos abusos, a la hermosa tierra una gran gripe llegó y al mundo entero paralizó. La gente mayor murió, la economía decreció y la gente enloqueció, no por la gran gripe sino por el egoísmo, por no poder quedarse en casa para no contagiar a otros y olvidarse de los más necesitados.
Sin embargo, mientras todo esto ocurría, otro grupo de gente (como tu familia) por el planeta meditó, rezó, oró y abrió su corazón. Empezaron a ocuparse de lo realmente importante: El amor, el compartir, el vivir, agradecer, de sentir paz por la humanidad entera y de ser pioneros de certeza y fe en un mundo mejor. Estas personas sacaron sus armas que no eran de guerra sino de consciencia para vencer al miedo, que se paralizó. Con cada oración el miedo moría, por cada acto de egoísmo nacía otro de compañerismo, por cada meditación la tierra y su vibración sonreía, por cada chat de esperanza alguien se contenía, por cada arma de consciencia el enemigo se disminuía y así entonces el mundo que tu conocerás cambió.
Y mientras mamá te escribe, papá sigue siendo el héroe de esta historia cuidando vidas, sanando gente, y tu madre saca sus armas que están llenas de consciencia para sembrarte a ti pequeña mía un verdadero mundo igual a como lo soñó Dios.
Con amor mamá,
Paola Carvajal
Tejedora de Consciencia
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Hola Liliana, me encanta que te haya gustado. Puedes escribirme a paola@espacioparaelalma.com.co